lunes, 7 de diciembre de 2009

¿Cóncavo y Convexo?

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Mientras venia de la U, en mi mp3 sonaba cóncavo y convexo de Roberto Carlos, y analizaba la frase—pero, qué es cóncavo y convexo?...buscando su definición, ésta corresponden a las curvas o superficies, como parte de una esfera geométrica, que se complementan.

Uf...una a una se me venían imágenes de cuando yo había logrado tomar esta forma… y recordé un personaje de mi infancia, bueno más bien, infancia- adolescencia...se me venían una a una la imágenes de risas y huellas que nos dejan estos primeros amores y que cómo entonces, el cuento poco a poco se derrumba en la medida que vamos creciendo..."Entonces, el príncipe le dio un beso a la princesa, se casaron y vivieron felices para siempre". Así terminan los cuentos infantiles, y así buscamos en cada relación que iniciamos, terminar como aquel cuento de infancia o con un "te amaré toda la vida" como en las teleseries... pero,claramente ocurre algo distinto en la vida real...
Hoy, después de tanto andar,escuchar,ver,amar,vivenciar...sólo puedo reflexionar y ver el impacto de nuestras experiencias afectivas de infancia y de cómo éstas tienen en sus amores y nuestros compromisos como adultos.

Creer que el pasado es el pasado, y que nada tiene que ver con sus elecciones y relaciones de pareja del presente, es algo bastante frecuente. El tema es que, sin darnos cuenta cometemos los mismos errores, repetimos idénticos patrones de conducta con nuestros amores y creemos que nuestras insatisfacciones son producto inevitable del destino.

Todos hemos crecido con padres perfectos e idealizados. Quizás emocional o físicamente ausentes, o demasiado presentes y sobreprotectores, o tristes y abrumados, o exigentes y descalificadores, o demasiado permisivos y consentidores, o explosivos y autoritarios, o débiles y sumisos. Sin quererlo, años más tarde nos sorprendemos enredados en amores que nos hacen revivir sentimientos de la infancia. Si nuestra familia era un caos, es posible que nos enamoremos de personas inestables en lo emocional. O que elijamos parejas trabajólicas y ausentes, si de niñ@s sentimos mucha soledad. O tuvimos padres exigentes y perfeccionistas nos volvemos críticos y descalificadores en nuestras relaciones amorosas.

Transformados en actores de una obra de teatro, cuyo guión desconocemos, seguramente recreamos una y otra vez dramas grabados a fuego en nuestro inconsciente. Buscamos lo conocido y familiar, sintiéndonos con frecuencia atraídos por situaciones similares a las vividas con anterioridad, al margen de si fueron negativas o positivas. Así, le exigimos a la pareja que nos recree una infancia idílica o le cobramos deudas pendientes con nuestros padres, o imitamos a estos sin darnos cuenta, o repetimos pautas de relación destructivas que nos juramos evitar.

Desfasados, intentamos revertir en las relaciones de hoy, las heridas o nostalgias que nos dejó la niñez. Solo para quedar de nuevo frustrados, desilusionados o felices, amados, depende de la experiencia.

Descubrir las motivaciones ocultas de nuestro actuar, implica revisar detenida y descarnadamente quiénes fueron nuestros padres o sus sustitutos, y cómo fueron sus relaciones afectivas, tanto con nosotros como entre ellos. A la vez, identificar los patrones persistentes, ya sean negativos o ilusorios, que han predominado en nuestros amores; y rescatar de la inocencia a ese huérfano interior que nos lleva a buscar en la pareja; el amparo, el amor, el cariño, la confianza, la comprensión, el deseo, que nos fue negado o nos dio seguridad de niñ@s.

Temores y deseos infantiles distorsionan el rostro y conductas de quienes amamos. Nos desconectan de nuestros verdaderos sentimientos, activando en forma automática circuitos emocionales aprendidos. Pero no hay que descuidarse porque los fantasmas del pasado suelen visitarnos cuando menos los esperamos. Y, por muy grandes que parezcamos, todos llevamos un niñ@ dentro, o anhelamos ese gran amor de infancia y adoptar por fin!!! la forma de cóncavo y convexo!!!
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